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¿Por qué le llaman diferencia cuando quieren decir identidad? Revista Disenso

(Feminismos y democracia radical)

20 de septiembre de 2021

 

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Patrias. Actos y Letras tiene a bien reproducir en su sección Communis la reflexión-convocatoria ¿Por qué le llaman diferencia cuando quieren decir identidad? Feminismos y democracia radical, lanzada por la revista de pensamiento político Disenso el pasado 7 de agosto, con la esperanza de que pueda estimular el debate e incitar a la participación en el dossier al que Disenso invita. Se ha corregido la puntuación y modificado la tipografía del texto original allí donde mejor ello contribuya a su fluidez y comprensión.

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Dossier 2 (2), diciembre de 2021.

Editora Invitada: Laura Llevadot

Disenso. Revista de Pensamiento Político

 

 

La furiosa y desagradable contienda entre feministas y transfeministas a la que asistimos hoy en redes sociales, en las marchas del 8 de mayo, así como en las instituciones parlamentarias y académicas, expresa bien el impasse político en el que se halla no solo el feminismo, sino la idea misma de democracia. Subyace a dicha polémica la redefinición conceptual de la identidad, la igualdad y la diferencia, pero, sobre todo, nuestro concepto de democracia. Cuestión que atañe a hombres y mujeres y que no debería pasar desapercibida para cualquiera que se plantee la posibilidad de una democracia radical, si por tal entendemos un modo de intervenir en lo político, más allá del marco representativo de las democracias liberales o neoliberales en las que sobrevivimos en la actualidad y que ha dado sobradas muestras de sus lógicas excluyentes y de su violencia.

 

Las acusaciones cruzadas de esencialismo y transfobia, por una parte, y de borrado de las mujeres y connivencia con la lógica neoliberal, de la otra, hallan su marco de comprensión en el regalo envenenado que nos legó Simone de Beauvoir, muy a su pesar y con la mejor de las intenciones. En El segundo sexo (1949) se planteaban dos tesis contrarias, pero que en su momento no se percibieron como tales. De una parte, Beauvoir defendía, siguiendo la tradición ilustrada universalista, la igualdad de la mujer en cuanto sujeto de derechos, pero de otro, admitía que “la mujer no nace, se hace”, es decir, que el hecho de ser mujer es en realidad una construcción política y social que se aprende y que dicha construcción le otorga un lugar subordinado dentro del orden social. La identidad no es entonces independiente de la lógica de la dominación que la sustenta y reivindicarla implica asumirla. Esto es lo que comprendió el lesbianismo materialista de Monique Wittig, así como las derivas queer de Judith Butler y P. B. Preciado, quienes al poner en tela de juicio el aparato heteronormativo en su totalidad, comprendido como un régimen político, y no [como] una orientación sexual, ha dado lugar en el campo de la política a las reivindicaciones trans.

 

Por su parte, la aspiración a la igualdad fue cuestionada desde el feminismo de la diferencia. “Añadir mujeres y batir”, como apuntaba Fox Keller, deja intacto el orden androcéntrico, cultural y político, en el que habitamos, por más que sean algunas mujeres empoderadas, la mayoría blancas, occidentalizadas y heterosexuales, las que alcancen a participar en él. Se impondría así, desde esta perspectiva, una feminización de las estructuras, pero la dificultad radica en la definición de lo femenino que subyace a dicho proceso de feminización, en la medida en que pretenda escapar a su concepto heteronormativo, es decir, a aquel femenino especular que fue creado y proyectado desde la masculinidad (maternidad, cuidado, enigma, otredad…), tal y como han tratado de pensarlo autoras como [Luce] Irigaray, [Catherine] Malabou o [Rosi] Braidotti, originando lo que hoy podríamos denominar un feminismo ontológico de nuevo cuño, que hunde sus raíces en las tesis del realismo especulativo y el giro ontológico.

 

La problematicidad de ambas derivas del feminismo actual, si dejamos de lado la del feminismo ilustrado y universalista que sigue trabajando con categorías modernas periclitadas hace tiempo en el campo del pensamiento, es que, aún si asumen la imposibilidad de sostener la categoría moderna de sujeto, se ven obligadas a negociar con él en el marco de nuestra jurisprudencia. Confrontadas a una legislación que exige la representación y la identificación para modificarse, así como a una situación más que evidente de desigualdad, cuando no de terror, que sufren los cuerpos feminizados (sean los de las mujeres, las mujeres trans, los niños, o los de cualquiera que así sea socialmente percibido, tal y como han mostrado los análisis de [Rita] Segato sobre el fenómeno de la violación), la potencia transformadora del feminismo de la diferencia y del feminismo trans, se ve limitada por las mismas estructuras de poder que combaten.

 

Es en este marco de comprensión que adquiere sentido la crítica de [Alenka] Zupančič a los movimientos LGTBQ+, en cuanto este + implica la producción infinita de identidades que, sin duda, tanto el mercado como las democracias representativas pueden aceptar sin trastocar un ápice de sus estructuras. De ahí la insidiosa pregunta que nos es legítimo plantear tanto a uno como a otro feminismo: ¿Por qué le llaman diferencia cuando quieren decir identidad? El estado-nación, ese pacto entre varones blancos heterosexuales que en el neoliberalismo deviene proactivo con el mercado, puede modificar sus contornos en virtud de las demandas siempre y cuando estas no cuestionen sus estructuras legales y normativas. La cuestión es entonces si el feminismo tanto como el transfeminismo tienen la capacidad de transformación que prometen, la de subvertir el sistema patriarcal, que se rige a través de la ley y de la norma, así como la de exigir una democracia radical en la que las demandas de todos tengan por finalidad controvertir el tablero de las identidades en el que tan amable como cínicamente se nos invita a jugar.

 

La convocatoria de este Dossier, al que invita Revista Disenso, se orienta a repensar la capacidad transformadora de los feminismos y de los transfeminismos, a partir de los nudos epistémicos que han sabido desarrollar a lo largo de las últimas décadas y que, en cuanto crítica del sistema patriarcal en su totalidad, afectan a la idea misma de democracia que este sustenta. El dossier estará abierto, entonces, a la discusión desde todas las perspectivas de los feminismos que tengan en cuenta sus logros teóricos para cuestionar los límites legislativos y normativos que impiden abrirse a la perspectiva de una democracia radical habitable para todos.

 

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Normas e instrucciones para los autores

 

 

POLÍTICA DE SECCIONES

Disenso recibe escritos en secciones temáticas (Dossier, Diálogos, Dislocaciones, Traducciones) de publicación semestral, así como también trabajos de publicación periódica en la web de la revista, en las modalidades de artículo, columna, ensayo y entrevista.

 

A) Sección Temática: los números publicados como Dossier corresponden a publicaciones semestrales para las cuales se realizará [una] convocatoria especial para la recepción de trabajos. Estos serán sometidos a revisión por el Consejo Editorial y Directivo de la revista. Para la presente convocatoria, la fecha límite de recepción de trabajos es el día 10 de diciembre de 2021.

 

B) Publicaciones Periódicas: corresponden a trabajos publicados en la web de Disenso. Las modalidades específicas contemplan las siguientes secciones:

 

Artículos: trabajos con estructura y extensión de publicación académica, esto es, aquellos que presentan un problema y ofrecen un desarrollo específico y detallado, al igual que conclusiones o reflexiones similares, exponiendo las fuentes y referencias bibliográficas consultadas.

Diálogos: transcripciones de conversaciones o entrevistas (individuales o grupales) inéditas y relevantes a los objetivos de Disenso.

Caja de Herramientas: trabajos breves centrados en la reflexión/problematización de un tópico específico.

Signaturas: recensiones o reseñas de libros cuya área temática se vincule a los propósitos de Disenso.

 

 

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