Acompañados de su cercanía
En carta fechada dieciséis de enero de mil ochocientos ochenta y siete, José Martí escribe a su amigo Manuel Mercado, ¿No se sienten algunas veces acompañados de mí, como si anduviera yo paseándome cerca de Vds., con mi calva creciente y mi levita negra? ¿Cómo no sentirse acompañados de él ciento treinta años después de esa pregunta? Porque nos dejó no sólo su palabra encendida y su pasión reposada, sino que fecundó, y fecunda, la palabra de otros, como en el texto de Rolando Prats, “José Martí: la totalidad imposible”, que Patrias. Actos y Letras vuelve a sacar a la luz, casi treinta años después de publicado por primera vez en Cuba, en los tiempos confusos del año mil novecientos ochenta y nueve, como Fidel los llamara, en el verano de ese propio año, esos tiempos—el texto de marras tiene como fecha al pie trece de noviembre de mil novecientos ochenta y nueve, es decir, cuatro días después de que, con la caída del Muro de Berlín, se declarara oficialmente en marcha la era del fin de toda ilusión que no fuera la de lo que ya es; en otras palabras, la realidad misma como única ilusión posible.
No es verdad que la escritura se pueda clasificar en textos nuevos y textos viejos, sino sólo en textos que se asientan en sí mismos y atraviesan los tiempos, confusos o no, para descansar en todos, porque a todos pertenecen. "José Martí: la totalidad imposible" es de esos textos a los que se debe volver con disciplina y sobriedad, y someterlo a una exégesis rigurosa para hallar las influencias y confluencias que en Martí cobran apariencia en su creciente calvicie, en su levita negra.
A este lector privado que fui, y sigo siendo, la relectura del texto de Rolando Prats, a tantos años de distancia y en lugar diametralmente distinto, obra como ejercicio de la memoria que renueva afectos que parecían estar definitivamente perdidos, porque como escribiera Martí en la misma carta a su Manuel, Todo viene [...] de la inquietud del alma. [Todo viene como en torbellino: la pregunta del Evangelio de S. Mateo de qué le vale al hombre ganar el mundo, si pierde su alma, y el dictum agustiniano, mi alma está inquieta, Señor, hasta que repose en Ti.].
Nos sentimos acompañados de José Martí, me siento acompañado por él, cada vez que (re)leo sus páginas, inquietas y sosegadas, y cada vez que leo textos como el de Rolando Prats, que quiere abrirse a la verdad de la totalidad desde la certidumbre de lo imposible.
28 de enero de 2017